El patrimonio inmaterial para combatir la intolerancia

Frente al racismo y la xenofobia de la sociedad, el intercambio cultural entre patrimonios inmateriales diversos permite promover el respeto y la igualdad

Hoy hay un debate cada vez más resonante sobre los movimientos nacionalistas que avivan el segregacionismo. Sociólogos, políticos y periodistas buscan la solución para contrarrestar el alcance de partidos que incitan al odio a lo diferente, como Agrupación Nacional en Francia o Vox en España. Frente a esto, hay instituciones que, en lugar de odiar la diferencia, la ponen en valor. Este es el caso de la UNESCO: con su objetivo de protección del patrimonio, está logrando potenciar las relaciones entre los pueblos a través del folclore.

Gracias a esta organización, se refuerza la solidaridad moral de los seres humanos mediante el diálogo entre culturas. El punto de inflexión se alcanzó en la Convención de la UNESCO para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial de 2003. Es en este contexto en el que se desarrollan los festivales del Consejo Internacional de Organizaciones de Festivales de Folclore y de las Artes (CIOFF), colaborador oficial de la UNESCO, con el objetivo de difundir la cultura internacional y el folclore, incentivando así el respeto hacia la diversidad.

Desfile de los aliados de la Segunda Guerra Mundial
Desfile en memoria del fin de la II Guerra Mundial. SalyBerrea, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons
Mapa del mundo con los cuatro tipos de países miembros del CIOFF

La apuesta del CIOFF

Hay 6 secciones dentro de CIOFF: Asia y Oceanía, Europa Central, Norte de Europa, América Latina, Norteamérica y Europa Meridional y África. Así, los festivales se organizan mejor. 

Si un lugar desea organizar un festival, debe ponerse en contacto con el CIOFF de su país, que se comunicará con los grupos integrantes. Para que un festival salga adelante debe contar con al menos cinco grupos extranjeros. Además, debe haber una causa justificada contextual para que se celebre en ese lugar. Los grupos que se apunten a la entidad tienen que cumplir unos parámetros también.

Algunas veces se establece el número de personas que pueden integrar un grupo, normalmente entre 25 y 30. El viaje suele estar costeado por los propios representantes de un país, que deben pagar el desplazamiento. Una vez en el destino, es la organización la que se ocupa de cubrir todos los gastos (excepto los días libres). Para controlar la calidad del festival, después, se entrega un informe muy minucioso.

La tradición: elemento integrador

Los festivales que promueve CIOFF pretenden potenciar el intercambio cultural, de manera que aumenten la tolerancia y la inclusión. Esto se consigue mediante diferentes formas de expresión: la música, los juegos, el baile, las costumbres, las artesanías, los rituales y demás artes. Asimismo, la entrada no tiene restricción de edad, por lo que se incentiva la presencia tanto de niños como de adultos.

Todos a bailar

Aunque los trajes y la comida típica guardan un papel importante dentro del festival, la principal estrella que deslumbra en todos los eventos es el espectáculo folclórico, pues es la ópera magna que lo fusiona todo: vestimenta, emociones, música, bailes e idioma (e incluso religión en algunas piezas). Es en este punto donde cobra más protagonismo la integración entre los diversos grupos, ya que se derriban los impedimentos que el idioma puede provocar, para dar paso al aprendizaje de los pasos y las melodías del otro. Incluso más de una vez varios grupos diferentes han interpretado juntos en un escenario la danza de uno de ellos. Además, es en estas actuaciones cuando suelen sacar a bailar a gente del público, haciéndoles partícipes del intercambio cultural. Se aprecia entonces cómo el folclore, también llamado “ciencia del pueblo”, se hace más fuerte gracias a su puesta en valor en un entorno de sensibilidad con las tradiciones y costumbres.

Antigua ambulancia de la Segunda Guerra Mundial
Mujer en el desfile de la IIGM. SalyBerrea, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons

No todo es folclore

Cada delegación que realiza un festival aprovecha para mostrar su cultura e historia a los participantes. Así, por ejemplo, la delegación de Hungría ofrece a los grupos viajes al Danubio y visitas turísticas guiadas a monumentos de las ciudades, como el dedicado al Holocausto en Budapest. Otro ejemplo sería Francia, que es más proclive a llevar a los participantes a fiestas nacionales, como es el caso de la celebración de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Así, el CIOFF permite que se dé a conocer un poco de cada ámbito característico del país anfitrión, y no solo su folclore.

¿Y dónde se alojan?

Dependiendo del país anfitrión y de la época del año, las instalaciones que albergan a los grupos participantes pueden variar, pues ningún festival es igual, incluso si se celebran en un mismo país, y cada uno se adapta a la idiosincrasia del territorio. 

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Por ejemplo, en China, integrantes de un mismo grupo que han viajado a distintos festivales dentro del mismo país han sido atendidos en hoteles de cinco estrellas con suites, mientras que en otra ocasión tuvieron que compartir entre todos los participantes una ducha y un baño. 

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Otras veces, como es el caso de Argentina, parte del grupo se queda en casas de particulares, generalmente de familias humildes a las que la organización paga. Muchos de estos núcleos familiares suelen dedicarse al ámbito rural. Esto permite un mayor acercamiento y vivencia real de la cultura y formas de vida del lugar.

El propósito primero de CIOFF en colaboración con la UNESCO es exponer en una mesa equilibrada las tradiciones culturales de todo el mundo, abordando todos los aspectos que confluyen en el patrimonio inmaterial de un país. Lo que pretende la celebración de estos festivales es precisamente que no se den esos denominados “choques culturales”, que suponen una evidencia de las diferencias, sino que se aprecie y valore la diversidad misma mediante la integración y la interculturalidad.

Prueba de ello es el modo en el que se trata a la religión en los diferentes festivales, pues es patrimonio cultural inmaterial, de manera que se aborda con respeto e inclusión. En Polonia el catolicismo es muy relevante. Muchos de sus eventos se llevan a cabo frente a la Virgen de Częstochowa, uno de los monumentos más relevantes del país. Sin embargo, no se obliga a ningún grupo a participar en condiciones litúrgicas concretas. Es decir, es el propio grupo el que toma la decisión. Por ejemplo, Uruguay ha decidido que independientemente de la confesión siempre actuará fuera del recinto religioso. En cambio, otros como Kenia consideran que la música es el mayor símbolo de unión y, como esta está por encima de todo, les es indiferente el lugar. Para la organización, todas las posturas son válidas.

El folclore también ayuda en la inclusión de minorías, rompiendo tópicos. Esto se aprecia en el caso de aquellos países que llevan distintos grupos para representarlos. Se puede observar en el caso de Rusia, al ser representado tanto por el grupo de Siberia como el Caucásico.

En definitiva, el intercambio cultural incentivado por la UNESCO mediante CIOFF es un modo de combatir los discursos de rechazo e intolerancia al prójimo. Una mayor apuesta por este método integrador supone un avance hacia el respeto y la inclusión internacional.