Kirsten, mamá de día, lucha por una educación infantil basada en la experiencia y el conocimiento del mundo que nos rodea
La educación en las edades más tempranas es un tema controvertido que se toma desde distintos puntos de vista. Kirsten es una de las personas que no apoyan el sistema educativo infantil convencional y, debido a ello, decidió unirse al proyecto ‘madres de día’. Kirsten y el resto de mamás de día son profesionales de la educación con experiencia en centros de desarrollo de la infancia. Ayudan al crecimiento pedagógico a través de una mayor libertad de aprendizaje para el niño y donde es él mismo quien establece el ritmo.
En este caso en particular, Kirsten trabajaba en una escuela infantil, pero no compartía el modelo de enseñanza convencional. Debido a esto, y sumado a que acababa de ser madre, decidió emprender un proyecto distinto. Sin embargo, tal y como señala, “económicamente no era viable porque no hay subvenciones, entonces opté por ser mamá de día”. La dificultad radica en sacar rentabilidad a este proceso y, aunque los primeros años son los más complejos, afirma sonriente que “no pasa nada porque seguro, antes o después, vendrán más niños, ya llegará”. Así, al año siguiente, el número aumentó a siete niños y fue creciendo hasta alcanzar los veintidós.
La llegada de la pandemia supuso un parón en las actividades de todas aquellas personas que se dedican a ser madres de día. “Al principio, en los meses iniciales de confinamiento, las medidas eran muy estrictas y no estábamos preparados, ni nosotros ni los propios niños” explica con resignación. Kirsten tuvo que cerrar su proyecto educativo por no poder hacer frente a las pérdidas económicas. Un año más tarde, afirma con contundencia que “no ha afectado a la cantidad de volumen de niños que tengo, igual en Madrid centro sí ha aumentado la demanda porque las escuelas infantiles están más masificadas”.
Las escuelas infantiles enseñan a los niños a través de un conocimiento controlado, dirigido por aspectos teóricos y formales. La gran ventaja de que un niño aprenda con una mamá de día es el aprendizaje experimental. “Aquí, los niños tienen mucho movimiento libre, entonces cuando llegan al aula a los seis años ya se han movido todo lo que su cuerpo necesita”, dice. Por esta razón, Kirsten describe este tipo de aprendizaje como “más vivencial”. Así, afirma que “cuando llueve salimos a pisar charcos y nos empapamos enteros, entonces el niño sabe que el agua viene de las nubes”. Además, lo compara con la situación en una escuela convencional donde “el niño dibuja una nube con unos puntitos, pero no están aprendiendo nada”.
Sobre legalidad
Esta profesión solo está regulada en Madrid, Navarra y en parte de Galicia. Al no haber alcanzado su completa regulación, la actividad que se corresponde con el ejercicio de autónomo es el cuidado de menores. Kirsten insiste en que las familias necesitan cierta seguridad, que institucionalmente no está normalizada, y afirma que “hasta el día de hoy nadie ha venido a investigar qué tipo de actividades estoy ejerciendo en mi casa”. Las escuelas infantiles de enseñanza convencional gozan de numerosas subvenciones por parte del Estado, con independencia entre lo público y lo privado. En Galicia, a diferencia de Madrid, sí se ofrecen ayudas para las mamás de día. Kirsten asegura que “si hubiese un apoyo por las instituciones conseguiríamos que se hiciese todo de forma legal, daría seguridad a las familias”.
La situación de esta profesión es una de las preocupaciones de Kirsten, ya que existe un gran vacío legal aprovechado por otras personas. Por ello, concluye afirmando que “si hubiese una regularización en la legalidad y las subvenciones en Madrid sería muy grato para nuestra profesión y así se evitarían actividades fraudulentas”.