Los niños son víctimas directas de la violencia de género
Rebosan ya los parques de cálido movimiento: algunos niños pasan el tiempo rodando torpemente sobre sus patines, mientras otros investigan curiosos los alrededores de una naturaleza enlatada, aunque inmensa ante sus ojos. Y es que el mundo resulta inabarcable desde la mirada de unos 5, 8 o quizá 14 escasos años que juegan a imaginar futuros.
Desde 2013, España contabiliza el número de niños y niñas víctima de la violencia de género. Infancias truncadas por el odio que alcanzan, hasta el 4 de abril de 2024, la cifra de 55 asesinados en el marco de la violencia de género dirigida contra sus madres, según los datos provisionales de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género del Ministerio de Igualdad.
En el transcurso de este año, la violencia vicaria ha arrebatado la vida de 5 de ellos. Este mes de abril se suman otros dos asesinatos en El Prat de Llobregat (Barcelona), donde un hombre habría matado a sus hijos de 8 años y a su pareja de 43 y se habría suicidado al lanzarse a las vías del tren. Además, entre las 7 muertes sucedidas este año, 2 de las madres de los niños fallecidos habían interpuesto previamente una denuncia ante las autoridades por violencia de género. 16 mujeres del total desde 2013.
Para combatirla, la Ley Orgánica 8/2021 de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia (LOPIVI) establece que las administraciones públicas deben prestar especial atención a la protección del interés superior de los niños que conviven en entornos familiares marcados por la violencia de género.
Cifras, casos, estadísticas; no son suficientes. Tampoco lo son los suspiros, las condolencias, las promesas y algún que otro comentario nervioso en una conversación cotidiana. El odio a la mujer, vulnerable al capricho de un agresor que exprime hasta la última gota de dolor, es un presente que nos oprime, bajo la mirada escéptica de un país que teatraliza los hechos con adverbios y conjunciones: “solos”, “todavías” y muchos, demasiados, “peros”.
Los niños son víctimas directas de la violencia de género, una agresión que atenta contra su infancia. Niños que nunca acabarán de jugar. Adolescentes que no se enamorarán y adultos llenos de futuro que se apagan prematuramente por egoísmo. Por odio.