La filóloga y catedrática habla de ‹‹falta de cultura lingüística›› y destaca la importancia de los medios de comunicación para alcanzar esta difusión
Lola Pons. Barcelona, 1976. Reputada filóloga española y catedrática de la Universidad de Sevilla. Entre sus líneas de investigación encontramos el estudio histórico de procesos de elaboración lingüística del idioma y la variación lingüística dialectal y multilingüe. Además colabora actualmente con Cadena Ser, El País y Canal Sur entre otros. Sus trabajos lingüísticos, en muchas ocasiones, suelen ir estrechamente ligados a la tierra que la vio crecer: Andalucía.
Pregunta. ¿Por qué se decantó por estudiar Filología Hispánica?
Respuesta. Porque me gustaba leer y escribir; también por descarte: no me terminaban de convencer otras opciones. Ahora sé que hubiera disfrutado también estudiando historia y que hubiera terminado convergiendo en la investigación sobre cultura libresca que hoy me ocupa.
P. ¿Cómo cree que ha afectado la COVID-19 a la formación de los estudiantes y al desempeño de las clases por parte del profesorado?
R. Me tuve que adaptar a la docencia en línea en un fin de semana; en el confinamiento hice cuanto pude por acercar la docencia a los estudiantes, pero cuanto pude fue… lo que pude, con inevitables carencias y frustraciones por ambas partes. Creo en la enseñanza presencial, en el tempo de la clase, en la comunicación en tiempo real en un espacio compartido.
P. ¿Cuáles son las líneas de investigación filológicas en las que está trabajando en la actualidad?
R. Llevo tres años trabajando sobre Juan de Valdés, un trabajo que he ido haciendo un poco en la sombra porque hasta 2020 no han empezado a salir resultados. Los rasgos dialectológicos manchegos de Juan de Valdés, el peso de sus traducciones bíblicas, la reconstrucción de quiénes fueron los primeros lectores, en cierto sentido clandestinos, del Diálogo de la lengua han sido mis últimos trabajos de investigación, casi todos ellos en prensa ahora. Acabo de terminar una edición del Diálogo de la lengua para la biblioteca clásica de la Real Academia Española (RAE) y ha sido apasionante realizarla.
P. ¿Considera usted que la RAE se ajusta al lenguaje actual de la población?
R. Sí, creo que la RAE actúa como le corresponde hacer una institución cuya misión es refrendar la norma basada en la generalidad del uso. Me sorprende que socialmente se le adjudiquen a la Academia capacidades que ninguna institución normalizadora puede ya asumir, como gobernar o dictar lo que es posible o no en la lengua. Mucha gente sigue sin entender que los diccionarios no crean realidades sino que las fotografían.
P. ¿Según su punto de vista diría que España es un país en el que se respetan todas sus lenguas y dialectos por igual?
R. No, en absoluto. Falta cultura lingüística; nuestros estudiantes acaban la Primaria sabiendo qué es el pretérito anterior, pero desconocen casi todo sobre la realidad de nuestro mapa lingüístico, el porqué de los acentos, la extensión y variedad de lenguas romances, la necesidad de los diccionarios…
P. Hace poco tiempo, Roberto Leal fue cuestionado por Pablo Motos tras su fichaje para Pasapalabra por si no era capaz de afrontar el reto debido a su acento andaluz. ¿Cree que hay un rechazo laboral a los acentos de España?
R. Soy andaluza y hablo con el acento que corresponde a una sevillana de mi edad. Esta variedad, no solo en su sustancia fónica, sino también en sus rasgos gramaticales y léxicos, se adapta y varía en función del entorno social en que me encuentre. No he sufrido rechazo laboral por mi acento, muchos compañeros sí. De hecho, al contrario, en algunos de ellos he visto particularmente celebrado mi acento por despertar adhesiones en el público hispanoamericano. Ahora bien, soy consciente de que mi situación es de privilegio. Locutores, actores y presentadores andaluces han visto asociado su acento a una forzosa encarnación de personajes o contenidos festivos o poco letrados.
P. ¿Cómo surgieron y qué finalidad persiguen sus proyectos periodísticos?
R. Empecé teniendo un blog, luego escribí un libro divulgativo sobre historia del español, Una lengua muy larga, y un año más tarde ya empecé en televisión y en El País. Cadena Ser o Canal Sur Radio han sido las invitaciones más recientes en mi contacto con los medios. He sido colaboradora de programas amplios y mi objetivo ha sido constantemente el mismo: acercar el conocimiento de la lengua a la sociedad. No lo veo una misión tan distinta de la que cumplo en la Universidad de Sevilla: allí enseño a estudiantes mientras que en los medios enseño, en un lenguaje no especializado, a la sociedad que está al otro lado.
P. ¿Cómo afectan a la evolución del español las nuevas tendencias que parecen asentarse en el periodismo como, por ejemplo, el clickbait o las noticias falsas?
R. Afectan más que a la lengua en sí, a lo que hacemos con ella. Los medios son fundamentales para que los ciudadanos no sintamos que basta nuestro acceso directo a la tecnología para estar informados. El lector que prescinde de un medio para construir su necesidad de información se termina haciendo su propio guiso. Perder el periodismo de calidad o aminorar su valor sería democráticamente peligroso y lingüísticamente catastrófico. Y dar clic a un medio valioso frente a una granja de clickbaits nos ayuda como sociedad.