El 8 de marzo de 2019 no fue un día cualquiera. Un estallido, un pulso en la calle, un punto de inflexión. Para muchas, el comienzo y la continuación de una lucha que lleva solidificándose desde el siglo XVIII. Las manifestaciones históricas que desbordaron las calles de España han dibujado un escenario sin precedentes. Esto ha aupado al movimiento feminista a los discursos políticos, a las clases, a los hogares y a los medios de comunicación. El feminismo ha dejado de ser marginal para convertirse en hegemónico.
José Antonio Chico, asesor de igualdad del Ayuntamiento de Leganés.
Como muestra de ello, un municipio comprometido con la igualdad: Leganés. Aunque su Consejo Sectorial de Igualdad nace en el año 2016, es una evolución del Consejo Sectorial de Mujer. Su historia se remonta a 1990, desde el que se configura como una herramienta fundamental en la lucha de las leganenses contra la discriminación por razón de sexo y la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.
En Leganés, José Antonio Chico (@jachico), asesor en materia de igualdad del Ayuntamiento de Leganés y brazo derecho de Elena Ayllon (responsable de la Concejalía de Deportes, Igualdad y Juventud) insiste en el gran trabajo que se está haciendo desde esta delegación para acabar con la violencia machista que sufren las leganenses. Chico asegura que, de cara a la siguiente legislatura, el Ayuntamiento continuará promoviendo actividades educativas y colaborativas tanto con colegios como con asociaciones feministas, si cuentan de nuevo, con el apoyo de los vecinos.
En esta ciudad, se vivió un emotivo 8 de marzo con numerosas concentraciones a lo largo del día. Desde las 00:00 miles de personas se movilizaron con una cacerolada en la plaza España. Durante el día, se vivieron conmovedores encuentros dentro del municipio que finalizaron con la gran manifestación de Madrid. Dicha marcha fue convocada por la Comisión 8M Movimiento Feminista de Madrid.
A partir de las 19:00 horas discurrió desde Atocha hasta Plaza de España. Como analizó la politóloga Berta Barbet: “El éxito fue tan grande y hubo tantas mujeres en la calle que la gran mayoría de partidos viraron, no de posición, sino de énfasis. No es que de pronto se volvieran feministas, es que de golpe le dieron más espacio al tema”.
Estefanía Arias, activista feminista de Madrid Sur.
Estefanía Arias, una joven ingeniera de 31 años y activista feminista de Madrid Sur vivió con intensidad este día. Esta feminista es fundadora de uno de los colectivos más importantes de la periferia madrileña: Manada. Lleva luchando desde su infancia por conseguir un mundo más igualitario para las mujeres. Nos cuenta cómo se vivió la manifestación del 8M: “como nunca se había hecho antes”.
El ritmo y la cantidad de gente que han asistido ha supuesto una alegría para los colectivos. Han conseguido hacer llegar el mensaje a mucha más gente, nos cuenta Estefanía. Según ella, todavía queda un gran esfuerzo por hacer para combatir discursos reaccionarios que quieren contrarrestar el trabajo hecho.
El feminismo está vivo y se extiende más allá de las ciudades. Son muchas las mujeres del ámbito rural que se han organizado para impulsar colectivos en sus pueblos. Es un cambio progresivo, hay muchas más asambleas feministas que hace año y medio no existían. Este impulso es evidente también en lo cotidiano. Todo lo relativo al feminismo está en las conversaciones del día a día como no estaba antes. El movimiento feminista ha servido para mucho, pero aún queda un largo camino que recorrer.
La desigualdad aún existe, pero la lucha intenta promover los cambios legislativos que aún no se han producido. El feminismo es sin ninguna duda un movimiento tan extenso como heterogéneo, y constituye uno de sus grandes desafíos el dar respuesta a minorías que puedan verse representadas en el movimiento pero necesiten un apoyo especial. Tal es el caso, por ejemplo, de las mujeres con diversidad funcional.
En este sentido, desde la Coordinadora 8M se hizo un trabajo encomiable. Se garantizaron espacios propios a colectivos con esta problemática. Además, se planificó un recorrido sin obstáculos que pudieran dificultar su movimiento.
Siguiendo con esta cuestión, preguntamos a la Jefa del Departamento de Trabajo Social de ASCRUZ. Se trata de un centro educativo para personas con discapacidad. Pascuala Padilla cuenta que el mayor problema de una mujer con discapacidad, además del machismo es la inseguridad. Este problema suele ser atenuante de la violencia de género.
La falta de seguridad, según nos cuenta Padilla, crea menor capacidad de respuesta a la violencia machista. Esto deriva al final en dependencia emocional. Se trata de un ‘’fallo sistémico’’. Esta responsable de ASCRUZ asegura que la sociedad no está sabiendo responder a las necesidades específicas de las mujeres discapacitadas.
Las consecuencias a sufrir no son tampoco las mismas para personas con discapacidad física e intelectual. Así, la primera supone, en palabras de la entrevistada, ‘’menos potencia, la víctima no puede responder con la misma solvencia, lo cual genera menos seguridad a la hora, por ejemplo, de huir’’.
Y eso lleva a perder confianza y seguridad en sí misma. Además, es usual encontrar una reseñable falta de autoestima derivada de la diversidad funcional.
La discapacidad intelectual suele derivar en una falta de capacidad de defensa, aunque no es raro que sea falsa y creada por el agresor. También es normal que exista un miedo a perder la protección del agresor, con quien se ha forjado un vínculo personal y una dependencia atenuada por la condición de la víctima. Los debates, si los hay, suelen acabar por la cesión de la víctima, que prefiere callar a enfrentar el conflicto
La brecha salarial, el techo de cristal, el suelo pegajoso… Son muchos los muros que todos los días hay que derribar para construir una sociedad en igualdad. La violencia de género, el “terrorismo machista”, son las lacras que hemos de erradicar de nuestra sociedad. Todas y todos debemos de comprometernos a ello. No podemos dejar la responsabilidad de la denuncia a las víctimas. Si somos testigos o conocedores de ello debemos denunciarlo; de lo contrario nos convertimos en cómplices del maltrato. De todo ello, es ahora consciente el Ayuntamiento de Leganés y, sobre todo, sus asesores y su concejala de igualdad. Leganés vive su 8 de marzo más histórico y feminista.