La condena de la pobreza en España frente al aumento de los privilegios de los ricos

La situación de la desigualdad en España no deja de aumentar con el paso del tiempo. Este problema afecta a cada vez más españoles, quienes han sufrido una acentuación en el nivel de pobreza desde la recesión que comenzó en el año 2007, la cual afectó, en gran medida, a las clases medias y bajas. 

A pesar de que seis años después se anunció que ya se había superado dicha crisis, la supuesta recuperación económica no ha llegado todavía a algunos hogares del país, todo lo contrario, esta recesión ha condenado a una multitud de familias a un constante estado de pobreza.

Según ha denunciado Oxfam Intermón en numerosos informes, la salida de la crisis se ha dado en términos macroeconómicos, pero no en las pequeñas economías. 

Por otro lado, en el polo opuesto, los ricos son cada vez más ricos y las esperanzas que se tienen para el futuro de que esto cambie no son muy alentadoras, al menos, si hablamos a corto plazo. De esta manera, según estiman en organizaciones como Oxfam, “hacen falta más de 11 años para recuperar los niveles de desigualdad”.

Aún en el 2019, la cifra de los hogares en los en los que no entra ningún tipo de ingreso han aumentado hasta 16.5000. También es destacable el factor hereditario que tiene la pobreza, puesto que quien nace en un hogar pobre es, inevitablemente, condenado a vivir de esta manera, con todas las consecuencias que esto conlleva, como una peor salud y una notable reducción de las oportunidades. De hecho, una de las herramientas más importantes como es la educación, también se ve condicionada fuertemente por la desigualdad, lo cual supone un mayor abandono escolar.

Así mismo, España se coloca en el tercer puesto en el ranking de los países más desigualdades de la Unión Europea. Sin embargo, la diferencia entre la renta per cápita de la región más rica de España y de la más pobre se redujo a la mitad entre 1955 y 2018. A pesar de ello, la desigualdad sigue presente y para limarla resulta más necesario que nunca la creación de empleo. 

La desigualdad partiendo del empleo

Buena parte de la desigualdad salarial y de la distribución de la renta no viene explicada por las características de los trabajadores, sino por la abundancia de los empleos de bajos salarios dentro del país. España es uno de los países con mayor número de empleos con salario bajo, muy por encima de los países que nos rodean y de aquellos similares institucionalmente. Los empleos temporales, a tiempo parcial y en establecimientos poco productivos, son las principales causas de las primas salariales negativas. 

El aumento en la demanda de trabajo invita a poner en entredicho como puede ser que dicho aumento no se haya traducido en una mejora respecto al número de trabajadores con bajos salarios. Esto se debe a que la creación de empleo ha aumentado en sectores de baja productividad, en consecuencia, en empleos de bajo salario y alta dispersión social. Además, las llegadas de grandes flujos de población inmigrante ha resultado bastante determinante, ya que suelen concentrarse en este tipo de empleos. Por su parte, la política de moderación salarial llevada a cabo durante este tiempo supuso una gran moderación en sectores que ya tenían bajos salarios, y donde la influencia de los sindicatos es limitada. 

Visita a España del relator de la ONU

Tras visitar España el pasado 27 de enero, el relator de la ONU, Philip Alston, ha reprochado en una rueda de prensa a la clase política del país que, desde su punto de vista, ha fallado a quienes más los necesitaban. Alston visitó seis comunidades autónomas en 12 días para valorar la desigualdad existente tras la crisis económica y de esta manera observar en primera persona la realidad de los sectores más vulnerables de la sociedad española.

Riesgo de pobreza de las Comunidades Autónomas (2018). Fuente: datosmacro.com

El relator matiza que los grados de pobreza que hay en España no se corresponden con su nivel financiero, ya que es el cuarto país más rico de la Unión Europea y, en sus palabras, se puede permitir hacerlo mucho mejor. El experto en derechos humanos destaca también que entre los años 2007 y 2017 las cifras de los ingresos del 1% más rico de la población española se incrementaron en un 24% mientras que para el 90% restante de la población aumentaron menos de un 2%. Asimismo, el Estado prefirió recaudar un 5% menos de impuestos que cualquier otro gobierno de la UE, lo cual significa que tiene menos dinero para gastar en protección social. Además, insiste que la recuperación después de la Gran Recesión de 2008 ha dejado a muchos sectores atrás debido a las políticas económicas que favorecen más a las empresas y a los ricos, que, pese a estos beneficios, pagan menos impuestos que antes de la crisis, mientras que los grupos menos favorecidos han de batallar con servicios públicos que han sufrido serios recortes y nunca se han vuelto a reponer.

Estos recortes se traducen en un incremento de la privatización de servicios esenciales que han de ser de carácter público para toda la población, de manera que solo las personas más ricas pueden acceder a una mejor calidad de estos. Un ejemplo de esto es la privatización de la sanidad, pues tal como observó el relator, el sistema sanitario español es excelente, pero en él siguen existiendo brechas importantes que hacen que los más desfavorecidos no puedan acceder a la atención médica necesaria.

La brecha entre ricos y pobres hace que sean los segundos quienes no puedan acceder a servicios como atención dental o servicios de salud mental por cuestiones económicas, y la existencia de un sistema sanitario colapsado impide que puedan acceder por el ámbito público con la rapidez y eficacia necesarias. Además, el crecimiento del empleo precario hace que los empleados no puedan permitirse enfermarse en ningún momento, porque se ven desamparados ante empleadores que no les ofrecen la posibilidad de un día libre ni aunque se trate por cuestión de enfermedad.

Por su parte, el Foro de Davos, advierte que en los últimos cinco años el crecimiento económico no ha servido para reducir la pobreza ni aumentar los ingresos de los hogares, pero no puede proponer otra solución más allá de una nueva forma de medir el desarrollo económico, pues tal como indica “si no lo mides, no lo puedes arreglar”. Esto, desde luego, no consigue suscitar el interés de quienes supervisan la evolución de las economías, pues nadie parece querer cambiar la forma de medir este desarrollo.

 

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