La guerra de Ucrania deja un campo de batalla alejado de la sangre y las balas, el de la propaganda y la información
Kiev, uno de marzo, minutos antes de que fueran las cinco de la tarde, el ejército ruso bombardea la torre de televisión de la capital de Ucrania. En el ataque perdieron la vida cinco personas y numerosas cadenas de televisión deben parar su actividad. Este ataque fue un símbolo de esta guerra, una guerra de cifras y propaganda, que no solo se libra a base de bombas y muertes, sino que también se hace a través de propaganda y en la información se libra una importante batalla.
Esta guerra posiblemente sea la mayor guerra informativa y de propaganda que ha habido en la historia. La forma en la que se utiliza la información en las guerras para animar a las tropas o conseguir una cohesión social en forma de resistencia convierten a la información, o en muchos casos a la desinformación, en un arma igual de peligrosa contra el enemigo. Mientras la Unión Europea ha ordenado el cierre de los principales medios de comunicación del Kremlin, RT y Sputnik News, Vladimir Putin ha hecho lo propio con los medios occidentales como respuesta, dejando la opinión pública rusa en manos de la propaganda.
En la guerra de Ucrania las redes sociales están jugando un papel fundamental en este sentido, ya que el conflicto está siendo retransmitido por canales como Twitter, Tiktok o Telegram, donde cada día se publican decenas de videos e imágenes que muestran el horror de la guerra. Desde ciudades alejadas de la batalla numerosos periodistas ucranianos se dedican a organizar las noticias que llegan desde el frente para publicarlas después en redes sociales, a través de canales que estén fuera del alcance de los medios rusos. Se sirven de prácticamente todas: Youtube, Twitter, Facebook, Tiktok, Telegram, así como redes sociales utilizadas por rusoparlantes.
El propio presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha visto cómo su popularidad ha crecido exponencialmente entre la población ucraniana desde el inicio de la invasión rusa gracias en gran medida a los continuos mensajes que envía a sus ciudadanos a través de redes sociales, como Twitter. A través de estos vídeos, donde se puede observar al presidente ucraniano vestido con uniformes militares y desafiando al propio Putin, ha construido en torno a su figura la imagen de líder y de resistencia frente a los ataques rusos.
Entre ellas, Telegram ha adquirido una gran importancia convirtiéndose en la plataforma principal de intercambio de información en Ucrania y es en esta red social donde se libra la principal batalla entre los medios de comunicación y la propaganda. De hecho, unas horas después de que se produjera la invasión rusa en territorio ucraniano, el Ministerio del Interior de Ucrania creaba un canal de Telegram para informar en directo. A través de ese canal se han ido enviando una gran cantidad de fotos y vídeos de soldados rusos que iban cayendo en la batalla, así como interrogatorios a prisioneros de guerra. De esta forma, el gobierno ucraniano trata de animar a sus tropas y demostrar que Rusia está perdiendo la guerra, pero además intentar conseguir que la información llegue a la opinión pública rusa, completamente aislada de la información por los recortes en libertades por parte de Putin y por los datos falseados que ofrece el Ministerio de defensa ruso, que apenas notifican bajas de sus soldados, a pesar de que, según fuentes occidentales habrían caído unos 15.000 soldados rusos.
Pero no todos los ciudadanos ucranianos siguen los acontecimientos de esta guerra por las redes sociales, muchos de ellos lo hacen a través de los medios convencionales, como la radio y la televisión. Los que se han quedado en Ucrania, muchos de ellos hombres por la aplicación de la ley marcial que les prohíbe salir del país, siguen la guerra por la televisión, cuya programación gira exclusivamente en torno al conflicto y donde cada día se emiten imágenes y videos de la propaganda ucraniana ensalzando el patriotismo y la resistencia ucraniana, así como ataques y críticas a la figura de Vladimir Putin.
Ya sea por redes sociales o por televisión parece que Ucrania va ganando en la batalla informativa y la estrategia propagandística del gobierno ucraniano le ha servido para tener a la opinión pública de su lado. Muy diferente es la situación que se ve desde Rusia, puesto que el estricto control que ejerce Moscú sobre los medios de comunicación y la tecnología hace que los ciudadanos rusos vean una guerra muy diferente.
El éxito de Ucrania en la batalla informativa reside en la capacidad para anular la narrativa que se había creado desde Moscú para justificar la invasión ucraniana. Si bien desde la imagen propagandística de Rusia se mostraba una imagen de victimismo, al mismo tiempo que se trataba de hacer ver que Ucrania era un país gobernado por nazis y que lo único que se buscaba era la “desnazificación” y la libertad del pueblo ucraniano, desde Ucrania la imagen que se ha transmitido a la opinión pública es la de heroísmo y lucha frente al invasor con un importante papel del presidente ucraniano como líder de la resistencia.
Mientras que la estrategia propagandística de Ucrania está dirigida a diferentes receptores como Ucrania y Occidente y, al mismo tiempo, tiene como objetivos elevar la moral de las tropas y de los ciudadanos, así como obtener ayuda militar y humanitaria de occidente, desde Rusia parece que la batalla informativa se dirige al control de la información que llega a los ciudadanos a través de los gigantes tecnológicos. En este sentido, Zelensky ha dirigido su batalla propagandística de manera ofensiva, mientras que Putin se mantiene en la retaguardia comunicativa, justo al revés de lo que paralelamente sucede en la batalla militar.
Si bien la primera víctima de una guerra es la verdad, tal como decía Esquilo, la invasión de Rusia a Ucrania pasará a la historia como una agresión que supone una verdad incuestionable. Rusia podrá ganar la guerra militar en Ucrania, pero ya ha perdido la guerra de la propaganda. Una guerra donde para los ucranianos informar se ha convertido en una forma de resistencia.