¿En qué consiste ser becario? Este término hace referencia a estudiantes y no tan estudiantes en prácticas que llegan a una empresa para continuar formándose en el ámbito profesional. Estas prácticas sirven al becario para forjar lo aprendido durante su trayectoria académica y plasmarlo en forma de experiencia. Se considera una tarea fundamental tanto para finalizar los estudios cómo para iniciarse en el mundo laboral.
Una vez contratados en la empresa, pasan a ser parte de la misma aunque experimentando un rol formativo. Además, cada becario cumple un papel y unas condiciones totalmente distintas dependiendo de la entidad de la que forme parte. Algunos pupilos cuentan con horarios de media jornada, otros de jornada completa y hasta los hay que rara vez no tienen un día sin horas extras. También varían los grados de importancia de cada uno en sus respectivas empresas, pues en función del tipo de cargo que cubran y la política que lleve a cabo la compañía en cuestión, tienen mejores o peores condiciones laborales.
El apartado económico es otro de los aspectos que cobran gran importancia en este ámbito. Aprendices que realizan su papel formativo y laboral sin recibir ningún tipo de remuneración, o becas de cien a trescientos euros en el mejor de los casos, suelen ser las formas más habituales de retribución. Este es uno de los principales motivos de queja entre la mayoría de los becarios españoles.
Según un estudio del CCOO, en España hay aproximadamente un millón y medio de personas sin ningún tipo de relación contractual notorio, es decir, uno de cada quince trabajadores es becario. Y es una cifra alta para las condiciones existentes, pues son muchas las variables y contraindicaciones que se pueden encontrar.
Y es que lo que a primera vista parece una oportunidad de oro para iniciarse en el mundo profesional, termina siendo un lastre para muchos jóvenes. Trabajos sin remuneración, mal trato por parte de los jefes, horas extra, imposibilidad de permanecer en la empresa después del periodo de prácticas… Estos son algunos de los perjuicios que los becarios sufren a diario. La falta de remuneración, por ejemplo, está a la orden del día en este ámbito formativo. La OCDE aseguró en 2015 mediante un informe que el 70% de los becarios en España no viven de su beca, y que únicamente 1 de cada 3 personas acaban trabajando en la empresa y obteniendo un contrato. Además, en muchas ocasiones el periodo formativo termina extendiéndose más de la cuenta, pues dos de cada diez becarios tienen más de 30 años.
Existen diferentes tipos de contratos. En primer lugar, la duración de un contrato de formación es de mínimo tres meses y máximo de dos años. Además, las jornadas entre ambos tipos difieren entre sí, ya que en el contrato de formación en alternancia será a jornada completa o tiempo parcial, mientras que en el de prácticas sólo puede ser de una de las dos maneras, sin alternancia. Otra de las diferencias que hay es la edad de los becarios: en contratos de formación se requerirán entre 16-31 años y en los contratos en prácticas no habrá límite de edad. Por último, en lo que refiere al salario, en contratos formativos será según el convenio colectivo, nunca más bajo al SMI en función del % del trabajo dedicado, y en contratos de prácticas según el convenio colectivo, nunca más bajo al SMI sin depender del trabajo realizad
Para entender mejor cómo funciona este tipo de trabajo, nos hemos acercado al departamento de prácticas externas de la Universidad Rey Juan Carlos, donde hemos hablado con la coordinadora del trabajo de fin de grado y de las prácticas externas, María del Carmen Gertrudis Casado. María nos ha comentado que el departamento ofrece una serie de oportunidades para los alumnos que quieran iniciarse en su formación, ya sean curriculares o extracurriculares, y que además cuenta con una plataforma de ofertas a través de la cual pueden participar en diversos procesos de selección por parte de las entidades colaboradoras del programa de prácticas.
¿Pueden todos los universitarios solicitar las prácticas? No, no todos. Para poder acceder, los estudiantes deben haber superado al menos el 50% de los créditos requeridos para el curso en el que están matriculados. Además, tienen que tener una matrícula válida para el curso académico en el que se realizarán las prácticas y no pueden mantener una relación contractual o laboral con la identidad. En cuanto a la duración, la coordinadora de los trabajos de fin de curso y las prácticas externas afirma que ” dependerá del número de créditos ECTS que establezca el plan de estudios correspondiente”.
Las tarifas de estas prácticas varían mucho en función del lugar y de los objetivos que conllevan. Al tratarse de un curso académico y formativo, no se prevé ningún tipo de relación contractual y monetaria con la entidad donde se realizan las prácticas, pero la empresa puede querer compensar al alumno con becas de estudio por los gastos que haya podido realizar por desplazamiento, manutención o cualquier otro concepto. Si la empresa quiere realmente pagar un salario al estudiante, debe comunicarlo a la Seguridad Social, de acuerdo con las disposiciones vigentes.
Con la recopilación de información, hemos querido conocer la opinión de algunos alumnos que actualmente realizan prácticas. Entre ellas la de Alicia Carrera Hormigos. Esta tiene 25 años y estudia Educación. Alicia las hizo para aprender de los otros profesores y que le sirva en el futuro. En cuanto a las condiciones de los becarios, la estudiante afirma que es algo que debería cambiar, ya que las prácticas suelen suponer una gran carga de trabajo y la mayoría de las veces sin recibir ni un céntimo. “Me parece bastante lamentable porque al final cuando estás trabajando sí que puedes tener dinero para la gasolina, para utilizar en transportes, para el bono… pues tener que pagar todo esto a parte de todo lo que pagas por la formación, me parece muy mal”, añade. La estudiante también explica que, para definir soluciones, “se debería controlar más en cuanto a los profesores que tienen que encontrar esas prácticas y también por la parte del estado pues que den alguna remuneración, aunque sea el transporte o un dinero para que puedas ir tranquilamente a hacer las prácticas”.
Otro ejemplo similar al anterior es el caso de Julia Rodríguez. Esta cuenta que hizo sus prácticas en Erasmus en Alemania y describe su experiencia como indignante. “No fue muy buena, me prometieron un tipo de prácticas que no se correspondía con la realidad, es decir, hicimos más horas, no aprendimos tanto, te dejaban muy a tu aire y no te supervisaban” y añade “esperaba aprender mucho y no aprendí casi nada”. Al preguntarle por las condiciones de los becarios, Julia admite que hay un inmenso descontrol y que al final todo parece un negocio. “No me parece justo tener que trabajar gratis, porque al final, aunque estés trabajando como becaria eso es un trabajo, es un puesto que estás ocupando. Aunque seas becaria y puedas errar, estás aprendiendo, pero estás trabajando y necesitas cubrir tus gastos de mantenimiento, de transporte, de alquiler…”. Además, Julia concluye: “A un futuro becario le diría que intente buscar las mejores prácticas posibles, en una empresa que puedan llegar a valorarle”
Al igual que Alicia y Julia, también hemos encontrado el caso de Noemí Castillo, que actualmente está trabajando con una beca de colaboración, en la que realiza 20 horas a la semana por unos 360 euros al mes. A pesar de la precariedad de las condiciones de los becarios, Noemí admite estar contenta: “de todos los becarios que hay aquí, creo que soy la más feliz porque todos los demás están súper agotados. Y fuera de la universidad hay mucha gente que está haciendo prácticas sin cobrar, que es básicamente trabajar gratis y esto es algo que debería estar regulado y prohibido, en mi opinión”.
Por otro lado, a pesar de todo lo mencionado anteriormente, muchas de las empresas que trabajan con becarios afirman tener en la mayoría de los casos una experiencia muy enriquecedora con las mismos. Rocío Vareiro, auxiliar de información de la URJC, cuenta con estudiantes en prácticas como compañeros y reconoce que “vienen con muchas ganas de aprender porque aquí se aprende mucho y vienen a darlo todo. Además nos aportan muchos conocimientos nuevos”.
Al igual que estos estudiantes que han dado su testimonio, gran parte de la población española siente lo mismo. Aunque es una oportunidad para aprender, el trabajo gratuito no atrae ni compensa a nadie. En definitiva, es un esfuerzo que lleva a la frustración y desmotivación de muchos jóvenes.