El bullying no es cosa de niños

El Día Internacional contra el Acoso Escolar, una oportunidad para reivindicarse en la lucha contra el ciberacoso

El domingo pasado, dos de mayo, se celebró el Día Internacional contra el Acoso Escolar. En un día como este, a pesar de las nuevas circunstancias educativas, conviene reiterar la importancia de crear un ambiente seguro en las aulas.

Las técnicas de “bullying” han cambiado con las nuevas tecnologías, buscando nuevos métodos a través de las redes. El ciberbullying se ha desarrollado a gran velocidad con la aparición de los dispositivos móviles, y el poco control de edad que existe en las redes, ha facilitado su expansión. Fotos y vídeos humillantes, que en muchas ocasiones no tardan en pasar por los móviles de toda una clase o incluso un centro entero, son parte de esta nueva metodología, en ocasiones mucho más cruel. 

El acoso escolar cara a cara sigue existiendo, pero con la llegada de la pandemia este se paralizó, dado el cierre de los centros educativos. El ciberbullying aumentó notablemente durante el confinamiento y muchos adolescentes aprovecharon las plataformas digitales para lanzar insultos e increpar a sus víctimas, lo que supuso que en el momento en el que se volvieron a abrir los colegios e institutos, los alumnos que sufrían acoso escolar no quisieran volver a las aulas. 

Para los profesores, puede resultar complicado detectar casos de acoso en las aulas. Ante un conflicto, los docentes deciden mirar para otro lado. Está claro que el acoso escolar es un problema social que requiere compromiso social. Desde los centros educativos, no solo los alumnos deberían de recibir formación respecto a este tema, sino también los profesores. Estos, en algunas circunstancias se pueden convertir en cómplices, por lo que deberían de recibir herramientas para paliar este problema. Los profesores no solo deben enseñar, sino también educar. 

Más horrible todavía es ver la actitud de padres pasivos que deciden ignorar lo que ocurre con sus hijos. Su actitud solo ayuda a reforzar estas terribles costumbres. Si los padres detectan algún cambio en la conducta de su hijo, deben hablar con él y con los profesores. Pero sin olvidar reforzar la autoestima del niño. 

Se necesita un plan serio que se centre en combatir el bullying y frenar este tipo de prácticas que afectan a los más jóvenes cada año. La solución pasaría por la unión entre centro educativo y padres para que se puedan detectar los casos de acoso y se tomen acciones efectivas para combatirlo. Alejándose de los discursos repetitivos y centrándose en aplicar dichas medidas. De esta manera, se podrá ayudar a que aquellos niños que hayan sufrido bullying, sientan el respaldo tanto del centro como de su familia. 

También, la ayuda contra el bullying puede venir de los propios compañeros en las aulas, que suelen mantenerse en silencio cuando alguno de los alumnos es acosado. Influenciables como son, es esencial enseñar a los niños unos valores dignos que les permitan desarrollarse como buenas personas.

De no tomarse las medidas adecuadas a tiempo, pueden quedar secuelas de por vida tanto en el caso del niño acosado como en el acosador. En casos extremos, un alumno que ha sufrido acoso puede desarrollar trastornos como la depresión, ansiedad, trastornos alimenticios, o recurrir a la autolesión o incluso al suicidio. El acosador, por su parte, puede desarrollar conductas tóxicas que pueden perjudicarle en el futuro.

Queda patente que el bullying es un problema más que presente en las aulas de los centros educativos. El primer paso es reconocerlo. Con el problema ya detectado, es obligatorio tomar las medidas necesarias para combatirlo y perseguirlo. Solo se podrá hacer frente a un problema tan real con la unión entre centro educativo y padres.

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