Dentro de la Tabacalera: cultura de todos y para todos

El Centro Social Autogestionado LTBC ha consolidado un espacio único de participación ciudadana que fomenta la generación y difusión de cultura libre

‘Espacio libre de todo tipo de violencia, lucha por tus derechos ya’. Los mensajes de la puerta permiten intuir qué se cuece dentro de un enorme recinto de apariencia abandonada en el centro de Madrid. La antigua Tabacalera mantiene su sobriedad y atractivo neoclásico, pero ha quedado inmersa en la amalgama cultural del barrio de Lavapiés

Los grafitis y los carteles reivindicativos han convertido sus fachadas en una parte más del ecosistema artístico que inunda esta zona de la capital y resulta complicado saber si estamos ante un edificio okupado o un centro que se autogestiona. Solo hace falta entrar para dar con la diferencia. 

El edificio de la antigua Fábrica de Tabacos de Madrid tiene mucha historia. Estuvo abandonado hasta hace poco más de 10 años. En 2010, el Ministerio de Cultura decidió escuchar las reivindicaciones de los vecinos y cedió el espacio a un grupo de ciudadanos y artistas. Fue entonces cuando nació el Centro Social Autogestionado (CSA) La Tabacalera con un eslogan que define su esencia: ‘liberador de la cultura’.  

Apenas se observa movimiento. Sigue cerrada al público por el COVID. La poca gente que entra y sale lo hace rápidamente, pero el escaso vaivén de personas de distintas edades, culturas y colectivos transmite una energía especial. La mezcla de contrastes, ambigüedades y puro dinamismo se traslada a todos los proyectos que nacen en el interior de LTBC, que se convierte así en el reflejo plural de la sociedad. Entre las bicicletas que descansan en los pasillos, los carteles, las pancartas variopintas colgadas en la entrada y las pintadas de las paredes, surgen proyectos y propuestas ciudadanas de todo tipo. 

En una de sus primeras asambleas, el centro definió cultura como ‘conjunto de conocimientos que proporcionan un juicio crítico’. Todavía en proceso de gestación, se propuso como eje vertebrador del proyecto la generación y difusión de la cultura siempre bajo el marco del copyleft. Esta máxima les obligaba a crear un lugar sin hermetismos, democrático y abierto completamente a la participación ciudadana, lo que ha conferido al CSA un carácter vivo, cambiante, diverso durante sus once años de vida, en los que ha funcionado bajo una continua renovación. 

¿Qué es el Copyleft?

  • Aplicado al ámbito literario, artística e informática, es un tipo de protección jurídica de obras y creaciones. Se trata de aquellas licencias que garantizan el derecho de cualquier usuario a utilizar, modificar y redistribuir una obra o sus derivados, siempre que se mantengan unas condiciones iguales en términos de de utilización y difusión.

Los colectivos, semilla de proyectos

En la actualidad, y aunque a medio gas por las restricciones del COVID, hay 17 colectivos participando y generando cultura, arte y contenido de forma libre en La Tabacalera. ‘Cigarra eléctrica’, por ejemplo, está conformado por músicos autogestionados; ‘Docakene’, es el colectivo encargado de proyectos de danza y percusión; ‘Metrópolis’ desarrolla talleres vinculados a la electromecánica y ‘Madriguera’, apoya con distintas actividades a menores que necesitan apoyo escolar. Son solo algunos ejemplos de los distintos tentáculos con los que la Tabacalera trata de llegar a muchas disciplinas artísticas y ramas sociales con la aspiración de generar una participación social activa en la cultura.

 

La cultura libre, soporte inquebrantable

Por principios, explica en su dossier el CSA el CSA, toda “acción, creación, proyecto o generación” que se realice (total o parcialmente) en la Tabacalera, quedará amparado bajo una licencia que permita copiar, modificar, usar y difundir todo el contenido, siempre que se reconozca la autoría y el acceso a la obra en igualdad de condiciones. En otras palabras, todo lo que nazca dentro del CSA debe quedar “protegido” por una licencia CC-By-SA Creative Commons, uno de los cimientos esenciales que sustenta el proyecto.

Desde el Centro Social Autogestionado registran y licencian todas sus creaciones: fotografías, piezas audiovisuales, textos y grabaciones de teatro; música y hasta coreografías de danza o software. Antes de subir el material a su servidor, lo registran y licencian en safecreative.net. Una vez superado este primer paso, lanzan sus creaciones al CEB, sigla del nombre con el que acuñaron su servidor: ‘Compartir Es Bueno’. En definitiva, todo lo que sale de La Tabacalera es y tiene que ser libre: desde los textos de teatro que escriben sus colectivos, hasta los planos de las obras de sus rehabilitaciones. 

A pesar de este principio, el CSA permite algunas excepciones. Por ejemplo, las actividades docentes que se desarrollen en la Tabacalera y posteriormente se compartan podrán no ser libre. Otro ejemplo es el de los periodistas, a lo que se pide expresamente que utilicen contenido libre y liberalicen todo lo que publiquen. Es una petición, pero no una exigencia al tratarse la labor periodística de una “herramienta estratégica” de comunicación y promoción para el centro social.   

¿Es posible sostener el modelo?

La Tabacalera nació como un experimento cultural con el apoyo de la Secretaría de Estado de Cultura. La administración del edificio -pública- quedó cedida durante dos años a la asociación CSA -la propia ciudadanía-, pero eran prorrogables. Desde entonces, ya son 11 años funcionando como centro social y promocionando la cultura libre. Eso sí, en constante búsqueda de nuevas fórmulas de gestión por el reto que suponen los principios CC.

Gestionar un proyecto de este tipo es muy complicado, según algunos participantes. Por su propia definición (no privativo, no apropiable, procomún y público), LTBC ni es ni puede quedar en manos de pocas personas vinculadas entre sí, ni tampoco puede otorgar a las personas que lo gestionan (siempre por asamblea) un carácter permanente. 

Percibir la cultura como bien social esencial

Aunque existen otros proyectos que también promueven el desarrollo de la cultura libre en nuestro país (MediaLab-Prado, por ejemplo)  no hay ninguno  como La Tabacalera que controle de manera tan directa una producción libre. Fuera de nuestro país, en otras regiones de Europa, son más comunes este tipo de iniciativas así como el desarrollo del movimiento cultura libre, que ha ido ganando terreno y partidarios en los últimos años. En España, en cambio, queda camino por recorrer para consolidar esta filosofía, especialmente porque la cultura se sigue entendiendo como un producto y no como un eje vertebrador y democratizador de la sociedad. Además, resulta inaccesible para muchos colectivos e infravalorada en ocasiones por aquellos que sí se lo pueden permitir:

Por eso, el pilar fundamental del el CSA es la promoción de un modelo de creación libre para colocar la cultura en la posición social que necesita: un bien imprescindible para la salud de toda la sociedad y para conseguir la verdadera democratización de la esfera pública. 

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