Puede resultar difícil imaginar a un anciano realizando el mismo deporte que una joven atleta. Sin embargo, es posible gracias a la actividad de moda en los gimnasios españoles: el CrossFit.
Quizá ni siquiera Greg Glassman, cuando diseñó esta fórmula de entrenamiento en 1974, pensó en ser capaz de aglutinar a todo tipo de personas. Sus primeros alumnos, policías, bomberos, marines y militares, respondían a un patrón sociológico muy similar: hombres jóvenes y con una condición física previa más que decente. Cuando sus beneficios quedaron probados para el rendimiento de este grupo, no obstante, era cuestión de tiempo que llegara a toda la sociedad.
Ahora, el CrossFit es un ejemplo de integración e igualdad. Su propio nombre alude a su transversalidad: “CrossFit” proviene de “cross-discipline fitness”, es decir, “ejercicio físico multidisciplinar”. Atrás queda su origen, ese tiempo en el que era concebido como un deporte de hombres hipermusculados. En los boxes (así se llaman los recintos para practicarlo, normalmente sin espejos, dejando claro que su vocación no es solo estética) es cada vez más común ver un número semejante de hombres y mujeres, de jóvenes y mayores, de principiantes y personas en forma física puntera.
Las mujeres, en concreto, están superando barreras a velocidad de vértigo. Su desafío a la hora de comenzar a practicar CrossFit es doble: se enfrentan a lo desconocido y a los prejuicios existentes. Muchas afrontan críticas, pues suele pensarse que el cuerpo de una “crossfiter” está muy alejado del canon de belleza femenino, más suave y delicado. Aun así, cerca de un 30% de los abonados a boxes de Crossfit en España son mujeres, y hay igualdad entre géneros tanto en los salarios de los “coaches” como en los premios económicos que se ofrecen en las competiciones oficiales.
Para todos los públicos
Y es que, dadas sus ventajas probadas, es difícil pensar razones por las que se debería mantener al público mayoritario apartado del CrossFit. La primera y principal es que permite una adaptación total a la condición física de cada persona que lo practica. Está pensado como una fórmula de entrenamiento progresivo, que aumenta sus cargas y su intensidad a medida que la persona que lo practica va mejorando. La exigencia es alta, pero está ajustada a cada individuo, de modo que se incentiva la competitividad, pero no los riesgos innecesarios. Además, las cargas son acordes a los objetivos de cada persona, ya sean estos de rendimiento deportivo, de preparación para su actividad profesional o de pérdida de peso.
La variación constante no solo es buena para una mejora progresiva, sino que, además, resulta mucho más interesante de cara al entrenamiento diario. Los ejercicios, en grupo o en solitario, son siempre nuevos, diferentes a los de los días anteriores. Los entrenadores especializados son capaces de crear sesiones adaptadas a todos sus alumnos y, al mismo tiempo, estimulantes para todos ellos. Del mismo modo, el hecho de que los ejercicios puedan hacerse en grupo genera un sentimiento de comunidad y de compañerismo que también contribuye al gusto por la actividad.
Los datos científicos avalan los beneficios del CrossFit. Un estudio de Sport Sciences for Health analizó los resultados de su práctica durante 10 semanas. Concluyó que mejora la capacidad aeróbica, lo que implica que es un entrenamiento de utilidad para incrementar la resistencia y optimizar el desempeño en diferentes actividades. Asimismo, reduce el peso corporal si se practica de manera regular, lo que aleja de los problemas de salud asociados al sobrepeso y la obesidad. En relación con esto, el porcentaje de grasa corporal se reduce considerablemente.
Estilo de vida
No obstante, el CrossFit no es solo un deporte, sino un estilo de vida. No pretende ofrecer resultados milagrosos ni grandes cambios en poco tiempo, pues invita a adoptar hábitos más saludables en general. Se define como la combinación entre ejercicio seguro y efectivo y nutrición sana, clave para la salud a largo plazo. Además, los y las “crossfiters”, en una encuesta realizada por Infowod, valoran la actividad no solo por las repercusiones para su condición física, sino también como forma de liberar estrés y mejorar la imagen que tienen de sí mismos.
La competitividad y la estimulación que el CrossFit aporta a sus practicantes se trasladan al resto de ámbitos de la vida. Es especialmente importante en el caso de las mujeres, ya que las ayuda a sentirse más empoderadas. Una investigadora de la Universidad de New Hampshire comprobó que los y las “crossfiters” consideran que la feminidad no tiene nada que ver con los músculos. El entorno del CrossFit anima a mujeres fuertes e independientes, seguras en su feminidad, sin que esta se encuentre determinada por si el aspecto de su cuerpo se ajusta a los cánones.
Es la sociedad en general, por tanto, la que debe irse deshaciendo de los tópicos sobre la práctica del CrossFit. Las personas que lo practican lo consideran un deporte igualitario e inclusivo por su facilidad para adaptarse a cualquier persona. Un ejercicio regular, controlado por entrenadores expertos y enfocado a movimientos funcionales, al menos en la teoría, parece ideal para cualquier persona.
Seguridad y responsabilidad
No obstante, no todas las críticas que recibe el CrossFit son totalmente infundadas. Por la intensidad de sus actividades, que puede por desconocimiento aumentar demasiado rápido, se ha asociado en ocasiones con un riesgo alto de rabdomiólisis (destrucción de fibras musculares y liberación de células al torrente sanguíneo). Greg Glassman, el fundador, no niega este hecho, sino que ha hablado sobre él en público, pues defiende que mantener “total transparencia sobre el riesgo es la única opción ética”.
En definitiva, el CrossFit, como cualquier otra actividad deportiva, es beneficioso si se practica de manera controlada y supervisada por verdaderos profesionales certificados. Los peligros que se corren en los “boxes” no son porcentualmente mayores que en otros deportes, mientras que ofrecen ventajas que otros ejercicios no contemplan. Sus objetivos no son superficiales ni reducidos a la estética, sino que el CrossFit aspira a generar una comunidad unida en defensa de hábitos saludables.