Entrevistamos a Alba G Ferrín, emergente voz del feminismo actual
Ya una casi licenciada politóloga, Alba G Ferrín escribe en el Instituto de Estudios Culturales y Cambio Social. Se hace oír en diversas charlas y asambleas en defensa del feminismo para todas, y todavía le sobra algo de tiempo para escribir como divulgadora en Instagram y Twitter sobre movimientos sociales.
¿Qué opinas acerca de las diferentes manifestaciones diferenciadas que se pudieron observar en esta convocatoria del 8M?
Igual digo una opinión poco popular o que enfade, pero yo creo que era lo que tenía que pasar. La excusa del abolicionismo de género y del trabajo sexual como motivo de divergencia y separación me parece que era poco más que eso, una excusa cutre: en las coordinadoras feministas de provincias y regiones siempre se ha abogado por las decisiones por consenso. Nadie echó a las abolicionistas de estos espacios: ellas rechazaron participar obedeciendo a la lógica de consensos que siempre ha habido. ¿Es triste que ahora el movimiento feminista esté escindido o dividido? Según como se vea: tampoco se puede ignorar el carácter claramente tránsfobo que el bloque minoritario tiene. Si no quieren aceptar los consensos y prefieren acudir a una manifestación compartida con las mujeres del PP, supongo que ellas mismas están aceptando según qué luchas y alianzas.
El pasado 8M vimos unas cifras de asistencia considerablemente menores a las de anteriores convocatorias ¿A qué se puede deber que el feminismo haya perdido parte del impulso que llegó a alcanzar en 2018 y 2019?
No se puede ignorar la campaña de desprecio que el movimiento feminista ha estado recibiendo desde que ocurrió la pandemia: se ha culpado a Irene Montero y al Gobierno de la cantidad de contagios de Covid-19 que hubo en marzo de 2020. Creo que eso puede ser un motivo. De fondo está el hecho de que el Covid ha desgastado los tejidos sociales y la participación en diferentes movimientos de manera brutal. Hasta enero…marzo de 2021 fue muy complicado volver a las reuniones presenciales. Además, creo que las disputas dentro del propio feminismo acaban lastrando al movimiento y a su capacidad de convocatoria. No lo digo como algo necesariamente malo, la capacidad de convocatoria no es lo único a analizar. Por mucha capacidad que tengas, si por conflictos internos no eres capaz de tener una estrategia, parece que con salir a la calle un día te contentas.
¿Te da la sensación de que en los últimos años se ha incrementado la desmovilización popular en los movimientos sociales, y más en concreto dentro del feminismo?
Creo que sería bastante ingenuo decir que no. Estamos en un momento de reflujo social muy complicado. Lo mencionaba antes: el Covid-19 ha lastrado a los movimientos sociales. Volver a movilizar puede ser complicado, va a haber que repensar lógicas, proclamas y estrategias. No creo que el feminismo haya salido tan mal parado en cuanto a la desmovilización: antes diría que si hay un gran perdedor de esta crisis pandémica ha sido el movimiento ecologista. Poco antes de la pandemia, la capacidad de convocatoria y la cantidad de gente activa que tenía este movimiento era enorme. Ahora parece que está remontando, pero creo también salió muy mal parado. Es clave empezar a construir si queremos volver a estados prepandémicos.
Una de las problemáticas más importantes en el movimiento feminista actual es la negación por parte de un sector concreto de activistas de las realidades de las mujeres transgénero. ¿Cómo se puede abordar esta división y romper con el determinismo biológico?
Hablaba el otro día con unas compañeras en una formación sobre feminismo. No creo que se pueda abordar esta división como tal: tenemos un “feminismo” que ha decidido expulsar a las compañeras trans de lo que consideran “su” lucha. En los movimientos hay rupturas irreconciliables. ¿Aceptaríamos un feminismo racista, clasista o lesbófobo? Pienso que no ¿Por qué tenemos que curar heridas con quienes pusieron por delante de su “feminismo” cargar contra las personas trans? Romper con el determinismo biológico es complicado, al menos en lo social. Para eso es necesario un análisis estructural de la separación entre sexo y género. Asumir que hemos sido oprimidas por nuestros genitales es ignorar la historia de la acumulación del capital y su relación con el patriarcado. Nuestra lucha va más relacionada con el rol de relegación que hemos vivido o con la desposesión que hemos sufrido, que con los genitales que hayamos tenido.
¿Qué nuevas luchas quedan en el horizonte feminista por abordar?
Para mí ahora es muy importante que se traten dos temas dentro del movimiento feminista. En primer lugar, conseguir un posicionamiento más o menos común en torno al trabajo sexual y la prostitución: que se quite el tabú sobre el tema y se puedan conseguir consensos es algo clave ahora mismo. ¿Aceptar posiciones proderechos, regulacionistas o abolicionistas? Yo tengo clara mi posición, pero creo que es el momento de que se levante el tabú y se comience a hablar de manera fuerte en las coordinadoras feministas.
En segundo lugar, también de mucha importancia: hacer que “poner la vida en el centro” sea una realidad. La lucha pendiente del feminismo es la de las empleadas del hogar: conseguir que por fin tengan una equiparación de derechos con el resto de trabajadoras. Son un sector clave, que constituyen el pilar de nuestra sociedad: ejercen los cuidados que son claves para realizar el resto de actividades. Sin embargo, se encuentran discriminadas por ley: sin derecho a paro y sin derecho a inspecciones laborales en su lugar de trabajo. La cuenta pendiente del feminismo es centrarse más en quienes cuidan y en sus luchas.
Para terminar: creo que queda mucho trabajo por hacer en torno a la cuestión trans. Replantearnos las implicaciones del género. Es necesario hacer mucho hincapié en que no tenemos que incluir a las mujeres trans en el feminismo, porque ya están incluidas en el sujeto político por ser mujeres. Tenemos que crear espacios políticos seguros para ellas. También creo que hace falta establecer una política fuerte en torno a poner fin al acoso en clínicas para la IVE.
Hoy, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, quiero abogar por un feminismo de la reproducción social, de los cuidados. Un feminismo revisado que se aleje del feminismo liberal: un feminismo que venga a gritar en las calles que queremos menos empresarias y más colectivización
— Alba G. Ferrín (@albagferrin) March 8, 2022