El Gobierno ha aprobado en el Consejo de Ministros el nuevo currículo educativo en el que se eliminan las recuperaciones y se vuelve a la forma tradicional de calificar como remedio al alto porcentaje de suspensos.
Un nuevo currículo educativo para los alumnos de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), y que entrará en vigor a partir de septiembre, ha sido aprobada por el Gobierno en el Consejo de Ministros. Esta norma trae consigo importantes novedades: nuevas materias a impartir, como Digitalización o Valores Cívicos y Éticos; un cambio en la forma de evaluar que, en teoría, dará prioridad a las competencias sobre la memorización del temario; y, por último, la que más controversia ha generado, la posibilidad de superar el curso académico sin importar el número de asignaturas suspensas.
Esa prioridad que se le va a dar al saber aplicar lo aprendido, en lugar de memorizar párrafos y párrafos y soltarlo en un examen, suena bien. A nadie escapa el problema del sistema educativo actual. Demasiada teoría, demasiados libros, contenido… y poca práctica. Muchos son los alumnos que, una vez aprobado el examen, desechan lo estudiado y se centrar en superar la próxima prueba escrita. Hasta aquí, todo bien.
El problema llega cuando se le ofrece al alumno la posibilidad de superar el curso sin importar el número de suspensos que coseche. Todo queda en manos del equipo docente, que deberá decidir el futuro del estudiante. Esta medida se ha tomado con la evidente intención de reducir el número de repetidores en las aulas, pues España es actualmente el país con la tasa más alta de estudiantes que repiten en la Secundaria, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE).
Sin embargo, este nuevo currículo educativo es pan para hoy y hambre para mañana. Se reducirá el número de alumnos repetidores, pero no mejorará el nivel cultural de los jóvenes. Al contrario, estarán cada vez menos preparados, seguramente, por falta de ambición. ¿Si no necesito aprobar, para qué tengo que estudiar? Esa es la reflexión que hará más de un alumno. Esta medida del Gobierno no servirá para mejorar el nivel de los estudiantes, está orientada a reducir el número de alumnos por aula y a “maquillar” esa vergonzosa estadística que lidera nuestro país.
Pero no nos engañemos, este problema no es nuevo. Viene de lejos. La educación española lleva años siendo un pozo sin fondo para miles de adolescentes a los que no se sabe motivar. Un sistema arcaico es precisamente el motivo de que haya tantos repetidores en los institutos. Obviamente influyen otros factores sociales, económicos… Pero desde luego, si el objetivo fuese incrementar el nivel de los estudiantes, el mejor camino no es proporcionar barra libre de suspensos. La solución puede ser ofrecer clases más interactivas, adaptar el modelo de enseñanza al siglo XXI… Pero claro, para eso hace falta destinar más dinero para la Educación.
Otros de los aspectos que se tratan con el nuevo currículo de la ESO es la calificación con las antiguas marcas de insuficiente, suficiente, bien, notable y sobresaliente. Se suma a esto la eliminación de los exámenes de recuperación de junio o septiembre, por lo que podrán pasar de curso alumnos con asignaturas suspensas si el claustro de profesores así lo decide. Con estas medidas no se incita a la motivación y el esfuerzo. A veces está bien no ser tan recto en cuanto a las calificaciones, pero lo que está claro es que tampoco es bueno darles facilidades a los estudiantes para disminuir el porcentaje de suspensos y mejorar la imagen en Europa, si no formar alumnos correctamente.