María Nieves San Emeterio Martín, especialista en Historia del Pensamiento Económico y Economía Institucional, es profesora contratada doctora de la Universidad Rey Juan Carlos en el Departamento de Economía Aplicada, Historia e Instituciones Económicas. Nos atiende subida a la tarima de un aula del Campus de Vicálvaro. Está todavía conectada a los auriculares con micrófono que utiliza para hablar con los alumnos que están en casa, debido al establecimiento de grupos burbuja. Sin miedo a ser crítica, responde a nuestras preguntas sobre el sistema educativo y la educación universitaria semipresencial impuesta por la pandemia.
Docencia virtual
Mari Nieves, como prefiere llamarse, se encuentra dentro de ese grupo de profesores que ya impartían clases online antes de la pandemia, lo que la llevó a tener que ayudar a sus compañeros de área durante la adaptación al modelo online. Según ella, “por parte de la dirección hubo imprevisión y, aunque el departamento informático aportó tutoriales, deberían utilizar sistemas más fáciles”.
Preguntada por las limitaciones del modelo semipresencial planteado por la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, entre risas, comenta que “cuando te enganchan a un ordenador con un cable hay una clara limitación física. El plus de la clase presencial es transmitir al alumno motivación, algo que casi no permite este sistema híbrido. Un profesor tiene que transmitir estímulos, emoción, algo muy difícil en la situación de doble pantalla, cable, pinganillo…” Ante esta situación, no duda en demandar una mejoría de la infraestructura y los dispositivos prestados por la universidad para hacer de la educación en pandemia una experiencia más óptima.
Ante el supuesto de la prevalencia de la semipresencialidad en un futuro, comenta: “espero que no. ¿El cine ha eliminado el teatro? No. Tener a los actores cerca de ti siempre es un plus, un añadido que a lo mejor se va a compaginar bien y dar lugar a otra forma y posibilidad. Esperemos que lo podamos aprovechar sin que eso signifique que se renuncie a la presencialidad”. Igualmente, resalta la importancia del cara a cara. “Lo de mirarse a los ojos es muy potente, el brillo de los ojos de un alumno expresa su convencimiento, sus dudas, su rechazo, algo que no te permite el modelo semipresencial”.
Crítica a la educación
Resalta la importancia de la teoría frente a lo práctico. Para ella una técnica se aprende y queda obsoleta, al contrario de lo que ocurre con las grandes ideas, que permanecen a lo largo del tiempo. Bien es cierto que, según ella, “las cuestiones teóricas dependen de la calidad docente, si al alumno no le gusta no es cuestión de contenido, es cuestión del profesor”.
“Creo que se tendría que hacer una gran inversión en formación del profesorado”, comenta tajantemente. También piensa que hay que “remunerar a los profesores en sentido inverso de la educación: más a los de infantil, a los de primaria, etc., porque el calado que puede tener un buen profesor conforme más pequeño eres es fundamental. Se están perdiendo grandes cabezas por no haber dado con un profesor que les ha incentivado en determinados puntos”. Con énfasis, critica la perpetuación en el sistema de gente que no vale por el hecho de haberse sacado una oposición. “Todos los grandes, cuando llegan a ser entrevistados en la edad adulta dicen que llegaron a serlo porque les tocó la fibra sensible algún profesor.”
Para finalizar, señala la importancia de una formación universitaria presencial, en contacto con las ideas, con las expresiones. “Poner frente a frente una visión del mundo entre compañeros”. Una visión que solo se consigue por medio de la sociabilidad y que, ahora mismo, con la educación universitaria semipresencial, no se da.